El llanto del ombú
“Cuentan en el barrio las 14 Provincias donde hay un ombú que la gente escucha llantos por las noches.
Dicen que a una mujer le mataron a su hija en el lugar hace muchos años, es por eso que ella llora todas las noches ahí…”
Una noche pasé caminando por el lugar y escuché un llanto o algo semejante, miré y no vi a nadie, entonces rápidamente salí corriendo. Llegué a mi casa asustada y cansada casi sin aire muy pálida y temblando. Mi papá me pregunto que me había pasado y yo le conté lo sucedido. Por supuesto que no me creyó, me dijo que estaba bromeando, o lo que es peor, que estaba loca por mirar tantas películas de terror. Me enojó mucho su contestación, así que, me fui a mi cuarto con lágrimas en los ojos de la bronca que tenía. Parece que los mayores siempre resuelven las cosas minimizando lo que a un hijo o hija le pasa.
A la mañana siguiente, cuando iba a la escuela evité pasar por el ombú. Fui por otra calle, aunque e quedaba más lejos, pero todavía me duraba el miedo, encima me sentía muy cansada, no había podido dormir casi nada, entre la bronca y mi imaginación el sueño tardó mucho en llegar, y cuando lo hizo ya me tenía que levantar.
Cuando llegué a mi aula, les conté a mis compañeros lo que me había pasado, que había escuchado a alguien llorando, pero ellos se reían y me decían que estaba loca, y que todo era producto de mi imaginación. Otra vez me sentí ofendida, así que anduve toda la mañana sin hablar a nadie, no sea que piensen que estaba loca como lo creía mi padre, aunque lo decía en broma una adolescente puede llegar a creérselo.
“Cuentan en el barrio las 14 Provincias donde hay un ombú que la gente escucha llantos por las noches.
Dicen que a una mujer le mataron a su hija en el lugar hace muchos años, es por eso que ella llora todas las noches ahí…”
Una noche pasé caminando por el lugar y escuché un llanto o algo semejante, miré y no vi a nadie, entonces rápidamente salí corriendo. Llegué a mi casa asustada y cansada casi sin aire muy pálida y temblando. Mi papá me pregunto que me había pasado y yo le conté lo sucedido. Por supuesto que no me creyó, me dijo que estaba bromeando, o lo que es peor, que estaba loca por mirar tantas películas de terror. Me enojó mucho su contestación, así que, me fui a mi cuarto con lágrimas en los ojos de la bronca que tenía. Parece que los mayores siempre resuelven las cosas minimizando lo que a un hijo o hija le pasa.
A la mañana siguiente, cuando iba a la escuela evité pasar por el ombú. Fui por otra calle, aunque e quedaba más lejos, pero todavía me duraba el miedo, encima me sentía muy cansada, no había podido dormir casi nada, entre la bronca y mi imaginación el sueño tardó mucho en llegar, y cuando lo hizo ya me tenía que levantar.
Cuando llegué a mi aula, les conté a mis compañeros lo que me había pasado, que había escuchado a alguien llorando, pero ellos se reían y me decían que estaba loca, y que todo era producto de mi imaginación. Otra vez me sentí ofendida, así que anduve toda la mañana sin hablar a nadie, no sea que piensen que estaba loca como lo creía mi padre, aunque lo decía en broma una adolescente puede llegar a creérselo.
A la
hora de la salida todavía no me había decidido si iba a volver a pasar o no por
el lugar. Tenía miedo, pero era de día y quizás podría encontrar a alguien en
la calle que escuchara lo mismo que yo. Me decidí y fui por esa calle, el
viento cálido movía las ramas, pero nadie lloraba. Di toda la vuelta alrededor
del árbol y nada.
Desde ese momento me quede pensando que capaz eran chicas haciendo bromas para pasar el rato o algún gato , pero fue tan real el llanto que me seguía resonando en los oídos.
A la noche tenía que ir a la casa de mi tía a comer que ya que me había invitado pase por el lugar, me quería hacer la valiente, sin embargo me temblaban las piernas. De pronto, la escuche otra vez pero me asuste tanto que no podía gritar del miedo que tenía. Corrí muy rápido para la casa de mi tía, hasta que llegue y ella me preguntó que me había pasado. Le conteste que había escuchado a una mujer llorando entonces ella me dijo:
Desde ese momento me quede pensando que capaz eran chicas haciendo bromas para pasar el rato o algún gato , pero fue tan real el llanto que me seguía resonando en los oídos.
A la noche tenía que ir a la casa de mi tía a comer que ya que me había invitado pase por el lugar, me quería hacer la valiente, sin embargo me temblaban las piernas. De pronto, la escuche otra vez pero me asuste tanto que no podía gritar del miedo que tenía. Corrí muy rápido para la casa de mi tía, hasta que llegue y ella me preguntó que me había pasado. Le conteste que había escuchado a una mujer llorando entonces ella me dijo:
_Hija vamos a fijarnos con tu tío, ¿querés?.
Le dije que sí que fueran, pero yo me quedaba con mis primitos. Minutos después
llegaron y me dijeron que no escucharon nada y no había nada ahí, que eran
cosas de mi imaginación. Yo le contesté:
_Sé que escuche a alguien llorar, lo sé, ya
estas como mi papá y mis compañeros que dicen que fue mi imaginación. Lo dije
con desesperación y bronca porque no me creían y me puse a llorar
desconsoladamente. Intentaron consolarme diciéndome que capaz que era alguien
que me quería asustar. Igual no me convencieron.
Desde ese día no pase más por el lugar porque tenía miedo y porque estaba cansada que me dijeran loca. Pero me quedó la duda y hasta pensé que yo era es problema y que mi imaginación volaba.
Dos días después fui al cole, los chicos se reían y me decían anda al loquero loca a ver si escuchas a esa mujer en ese lugar y yo me ponía a llorar, siempre fui muy tímida y por esto se burlaban y se reían de mí Encima ya no era sólo mi curso, ya lo hacían otros alumnos de otros cursos. Yo me recriminaba el haber pasado por el lugar de noche. Intentaba pasar desapercibida, pero siempre alguien me interceptaba y ahí comenzaban a burlarse.
Desde ese día no pase más por el lugar porque tenía miedo y porque estaba cansada que me dijeran loca. Pero me quedó la duda y hasta pensé que yo era es problema y que mi imaginación volaba.
Dos días después fui al cole, los chicos se reían y me decían anda al loquero loca a ver si escuchas a esa mujer en ese lugar y yo me ponía a llorar, siempre fui muy tímida y por esto se burlaban y se reían de mí Encima ya no era sólo mi curso, ya lo hacían otros alumnos de otros cursos. Yo me recriminaba el haber pasado por el lugar de noche. Intentaba pasar desapercibida, pero siempre alguien me interceptaba y ahí comenzaban a burlarse.
Hasta mis amigas me trataban diferente, y se
reían cuchicheando entre ellas cuando me encontraba alejadas de ellas. Esa fue la gota que rebalsó el vaso, les
grité que yo había oído el llanto de una mujer y que sí son tan piolas para
burlarse de alguien, que vayan de noche al ombú y oigan lo que yo oí. Cuando me
di cuenta, me encontraba en el medio del salón gritándoles a mis amigas en una crisis de nervios. La
profesora de matemática no sabía lo que pasaba así que se acercó a calmarme
mientras todos me miraban. Salí corriendo y me metí al baño a llorar, no podía creer que este tema del llanto de la
mujer me estuviera volviendo loca. Volví al aula con mucha vergüenza, pero nadie
preguntó nada.
Una semana después, mis compañeros que no
habían vuelto a decirme nada sobre el tema, se ofrecieron ir conmigo a la noche
al ombú, ya que habían escuchado que a otra persona le había pasado lo mismo.
Así que esa noche, después de cenar en casa con mis padres, les pedí permiso
para ir hasta la casa de mi mejor amiga. Me otorgaron el permiso pero con la
condición que regrese temprano ya que al otro día debía ir al colegio. Pasé a
buscar a las chicas y juntas fuimos hacia el lugar. Todas se hacían las
valientes porque no creían que existiera lo que yo les había contado, sin
embargo, percibía cierta nerviosidad entre ellas. Hablaban mucho y reían sin
control. Llegamos al ombú y no se oía nada, una de ellas me decían:
-¿Ves
que no hay nada? No terminó de decir esto cuando comenzó el llanto lastimero de
la mujer. Las cinco salimos disparando a
los gritos por la calle. Tropezamos, caímos, pero nos levantamos y corrimos
seis cuadras sin parar. Llegamos a la casa de una de ellas sin aliento. Nos sentamos en la vereda y tratamos
de serenarnos, pero nos costó mucho, estábamos muy asustadas. Teníamos miedo de
irnos cada una a nuestras casas. No queríamos separarnos, pero no teníamos otra
opción así que las pocas cuadras que nos separaban de nuestros hogares, los
hicimos corriendo. No sé qué les dijeron a cada una cuando contaron en sus
hogares, pero yo no me arriesgué a
contar de nuevo lo que ya sabían y no creían.
Al día siguiente con mis amigas empezamos a
investigar lo que pasaba en el ombú. Nos juntamos a la tarde en casa para
ponernos de acuerdo por dónde empezar a investigar. Llegamos a la conclusión
que si es verdad que allí murió alguien hace mucho tiempo, los que deben saber
un poco más sobre esos relatos son los ancianos del barrio. Así que comenzamos
visitando a Don Basilio, ancianito de ochenta y seis años que vive a tres
cuadras del famoso ombú.
Nos
dijo que sí hubo muertes en ese lugar hace mucho tiempo, que él sabía que
habían masacrado a muchos indios en el tiempo de la conquista, y que las esposas de estos hasta el día de
hoy lloran esas muertes.
Otra
señora nos dijo que ahí habían matado a una niña, y que su madre la enterró
en el mismo lugar cuando todo eso era campo. También escuchamos la opinión de
los biólogos que nos dijeron que el ombú es un arbusto enorme que tiene sus
ramas huecas, y que cuando sopla el viento hace ese sonido parecido al llanto. No sé quién tiene razón,
pero cuando paso por ahí, alguna noche desprevenida sigo asustándome porque
parece tan real el llanto que se me pone la piel de gallina. Sin embargo…
“Cuentan
en el barrio las 14 Provincias, donde hay un ombú, que la gente escucha llantos
por las noches”.
…
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