Educación de Calidad - Inclusión -

Concurso Literario de Cooperativas

Presentamos texto ganador, presentado alumna de 3er. Año Pamela N. Gómez, con el acompañamiento de la Prof. Miriam Pineda


El llanto del ombú

“Cuentan en el barrio las 14 Provincias donde hay un ombú que la gente escucha llantos por las noches.
Dicen que a una mujer le mataron a su  hija en el lugar hace muchos años, es por eso que ella llora todas las noches ahí…”
Una noche pasé caminando por el lugar y escuché  un llanto o algo semejante, miré y no vi  a nadie, entonces rápidamente salí corriendo. Llegué a mi casa asustada y cansada casi sin aire muy pálida y temblando. Mi papá me pregunto que me había pasado y yo le conté lo sucedido. Por supuesto que no me creyó, me dijo que estaba bromeando, o lo que es peor, que estaba loca por mirar tantas películas de terror. Me enojó mucho su contestación, así que, me fui a mi cuarto con lágrimas en los ojos de la bronca que tenía. Parece que los mayores siempre resuelven las cosas minimizando lo que a un hijo o hija le pasa.
 A la mañana siguiente, cuando iba a la escuela evité pasar por el ombú. Fui por otra calle, aunque e quedaba más lejos, pero todavía me duraba el miedo, encima me sentía muy cansada, no había podido dormir casi nada, entre la bronca y mi imaginación el sueño tardó mucho en llegar, y cuando lo hizo ya me tenía que levantar.
Cuando llegué a mi aula, les conté a mis compañeros lo que me había pasado, que había escuchado a alguien llorando, pero ellos se reían y me decían que estaba loca, y que todo era producto de mi imaginación. Otra vez me sentí ofendida, así que anduve toda la mañana sin hablar a nadie, no sea que piensen que estaba loca como lo creía mi padre, aunque lo decía en broma  una adolescente puede llegar a creérselo. 
A la hora de la salida todavía no me había decidido si iba a volver a pasar o no por el lugar. Tenía miedo, pero era de día y quizás podría encontrar a alguien en la calle que escuchara lo mismo que yo. Me decidí y fui por esa calle, el viento cálido movía las ramas, pero nadie lloraba. Di toda la vuelta alrededor del árbol y nada.
Desde ese momento me quede pensando que capaz eran chicas haciendo bromas para pasar el rato o algún gato , pero fue tan real el llanto que me seguía resonando en los oídos.
A la noche tenía que ir a la casa de mi tía a comer que ya que me había invitado pase por el lugar,  me quería hacer la valiente, sin embargo me temblaban las piernas. De pronto, la escuche otra vez pero me asuste tanto que no podía gritar del miedo que tenía. Corrí muy rápido para la casa de mi tía, hasta que llegue y ella me preguntó que me había pasado. Le conteste que había escuchado a una mujer llorando entonces ella me dijo:
 _Hija vamos a fijarnos con tu tío, ¿querés?. Le dije que sí que fueran, pero yo me quedaba con mis primitos. Minutos después llegaron y me dijeron que no escucharon nada y no había nada ahí, que eran cosas de mi imaginación. Yo le contesté:
 _Sé que escuche a alguien llorar, lo sé, ya estas como mi papá y mis compañeros que dicen que fue mi imaginación. Lo dije con desesperación y bronca porque no me creían y me puse a llorar desconsoladamente. Intentaron consolarme diciéndome que capaz que era alguien que me quería asustar. Igual no me convencieron.
Desde ese día no pase más por el lugar porque tenía miedo  y porque estaba cansada que me dijeran loca. Pero me quedó la duda y hasta pensé que yo era es problema y que mi imaginación volaba.
 Dos días después fui al cole, los chicos se reían y me decían anda al loquero loca a ver si escuchas a esa mujer en ese lugar y yo me ponía a llorar, siempre fui muy tímida y por esto se burlaban y se reían de mí Encima ya no era sólo mi curso, ya lo hacían otros alumnos de otros cursos. Yo me recriminaba el haber pasado por el lugar de noche. Intentaba pasar desapercibida, pero siempre alguien me interceptaba y ahí comenzaban a burlarse.
  Hasta mis amigas me trataban diferente, y se reían cuchicheando entre ellas cuando me encontraba alejadas de ellas.  Esa fue la gota que rebalsó el vaso, les grité que yo había oído el llanto de una mujer y que sí son tan piolas para burlarse de alguien, que vayan de noche al ombú y oigan lo que yo oí. Cuando me di cuenta, me encontraba en el medio del salón gritándoles  a mis amigas en una crisis de nervios. La profesora de matemática no sabía lo que pasaba así que se acercó a calmarme mientras todos me miraban. Salí corriendo y me metí al baño a llorar,  no podía creer que este tema del llanto de la mujer me estuviera  volviendo loca.  Volví al aula con mucha vergüenza, pero nadie preguntó nada.
 Una semana después, mis compañeros que no habían vuelto a decirme nada sobre el tema, se ofrecieron ir conmigo a la noche al ombú, ya que habían escuchado que a otra persona le había pasado lo mismo. Así que esa noche, después de cenar en casa con mis padres, les pedí permiso para ir hasta la casa de mi mejor amiga. Me otorgaron el permiso pero con la condición que regrese temprano ya que al otro día debía ir al colegio. Pasé a buscar a las chicas y juntas fuimos hacia el lugar. Todas se hacían las valientes porque no creían que existiera lo que yo les había contado, sin embargo, percibía cierta nerviosidad entre ellas. Hablaban mucho y reían sin control. Llegamos al ombú y no se oía nada, una de ellas me decían:
-¿Ves que no hay nada? No terminó de decir esto cuando comenzó el llanto lastimero de la mujer.  Las cinco salimos disparando a los gritos por la calle. Tropezamos, caímos, pero nos levantamos y corrimos seis cuadras sin parar. Llegamos a la casa de una de ellas  sin aliento. Nos sentamos en la vereda y tratamos de serenarnos, pero nos costó mucho, estábamos muy asustadas. Teníamos miedo de irnos cada una a nuestras casas. No queríamos separarnos, pero no teníamos otra opción así que las pocas cuadras que nos separaban de nuestros hogares, los hicimos corriendo. No sé qué les dijeron a cada una cuando contaron en sus hogares, pero yo no me  arriesgué a contar de nuevo lo que ya sabían y no creían.
 Al día siguiente con mis amigas empezamos a investigar lo que pasaba en el ombú. Nos juntamos a la tarde en casa para ponernos de acuerdo por dónde empezar a investigar. Llegamos a la conclusión que si es verdad que allí murió alguien hace mucho tiempo, los que deben saber un poco más sobre esos relatos son los ancianos del barrio. Así que comenzamos visitando a Don Basilio, ancianito de ochenta y seis años que vive a tres cuadras del famoso ombú.
Nos dijo que sí hubo muertes en ese lugar hace mucho tiempo, que él sabía que habían masacrado a muchos indios en el tiempo de la conquista,  y que las esposas de estos hasta el día de hoy lloran esas muertes.
Otra señora nos dijo que ahí habían matado a una niña, y que su madre la enterró en  el mismo lugar cuando todo eso  era campo. También escuchamos la opinión de los biólogos que nos dijeron que el ombú es un arbusto enorme que tiene sus ramas huecas, y que cuando sopla el viento hace ese sonido  parecido al llanto. No sé quién tiene razón, pero cuando paso por ahí, alguna noche desprevenida sigo asustándome porque parece tan real el llanto que se me pone la piel de gallina. Sin embargo…
“Cuentan en el barrio las 14 Provincias, donde hay un ombú, que la gente escucha llantos por las noches”.
                               

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